Llegar a un seleccionado argentino nunca es fácil, independientemente de la disciplina que se practique. Menos aún para los deportistas del interior, que tienen que luchar contra las diferencias en materia de recursos y de oportunidades respecto a los de Buenos Aires. Por eso, haber llegado a la Selección +50 de hockey es para Alejandra Malaspina un enorme premio.
La jugadora de Tucumán Rugby disputó con el combinado “albiceleste”, en las últimas semanas en las instalaciones de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), el Campeonato Panamericano en su categoría, un torneo del que también participaron Estados Unidos, Canadá, y dos equipos de la Asociación Argentina de Máster hockey. Y la experiencia fue inmejorable: consiguió el título de manera contundente; ganando todos los partidos.
Luego de sumar seis victorias en la primera fase, Argentina se clasificó a la final, en la que enfrentó a Estados Unidos a quien derrotó 5-1. Malaspina aportó un gol en ese juego, además de otros dos tantos durante el torneo.
“La experiencia fue increíble”, aseguró en diálogo con LA GACETA, aunque aclaró que todo el proceso para llegar a integrar el plantel final fue muy sacrificado. “Es muy difícil; más siendo del interior. Desde julio hasta fines de noviembre tuve más o menos 15 entrenamientos. Jugaba mi partido con mi club en Tucumán, viajaba el sábado a la noche a Buenos Aires para entrenar el domingo en doble turno, y regresaba el lunes a mi provincia”, relató.
Malaspina superó los dos cortes de una lista que comenzó siendo de 56 jugadoras, que luego se redujo a 39, y finalmente a 18. El plantel que participó del Panamericano tuvo algunas glorias de Las Leonas como Vanina Oneto, campeona mundial y doble medallista olímpica con el seleccionado nacional, y que fue, además de capitana, la goleadora con 13 tantos.
“Jugar con ex Leonas es un sueño. Vanina Oneto, Jorgelina Rimoldi, Mariana Arnal, por citar algunas. ¡Las había visto por TV ser campeonas del mundo y ganar Champions Trophy!”, expresó, emocionada, Alejandra.
Una vida en el deporte
La relación de Malaspina con el hockey empezó muy temprano. “Soy socia de Tucuman Rugby desde los cinco años y a los 10 me decidí por el hockey. Debuté en primera a los 16 y jugué hasta los 43 años. De ahí jugué en Pre Intermedia y en segunda; siempre en el club”, repasó la jugadora que integró los seleccionados tucumanos juveniles y mayores.
Incluso, “Ale” tuvo una convocatoria a una Pre Selección nacional junior que no prosperó. “Tenía que vivir en Buenos Aires para poder seguir el proceso”, explicó. No fue en aquel momento, pero algunas décadas después, el hockey y la vida le dieron revancha. “Nunca me imaginé ponerme una camiseta celeste y blanca; menos a esta edad. Fue una sorpresa enorme”.
“Jugar al hockey es una pasión, una forma de vida. Ir al club y hacer el deporte que te gusta, junto a tus amigas, es lo que hice siempre. Sólo pensé en dejar cuando tuve a mis hijos, pero las deportistas tenemos una recuperación rápida y pude volver con más entusiasmo aún”, reflexionó.
Desde otro lado
El hockey es gran parte de la vida de Alejandra, y no solamente por su actividad como deportista. “Soy comunicadora social y locutora, aunque últimamente me dediqué al comercio. Alguna vez pude unir las 2 pasiones (comunicación y hockey) en revistas del club o en programas de radio, y junto a una amiga tuve un programa dedicado al hockey por TV de cable”, contó.
Pero su pasión por fuera de su práctica deportiva la encontró también en el hockey. “Lo que más me gusta, y pienso hacer de ahora en más, es entrenar a las más chiquitas. Quiero transmitir esta pasión”, afirmó. Esta nueva faceta fue motivada principalmente por el surgimiento, dos años atrás, de “Arco Iris”, el equipo de hockey + de Tucumán Rugby, para chicas con capacidades especiales. “Fue una experiencia increíble. Ver a las chicas, que a pesar de sus limitaciones abrazaron este deporte y se apasionaron, es de lo mejor que me dio esta profesión”, subrayó la jugadora que este año realizó una diplomatura en hockey y en psicología deportiva. “La idea es tener más herramientas para transmitir a las chiquitas”, aclaró.
Adentro y afuera de la cancha, Malaspina mantiene su pasión por el hockey bien encendida. Siempre con el apoyo de su familia, sin el cual sería imposible. “Antes mis padres, y ahora mi marido e hijos, está siempre”, sentenció “Ale” que tiene otro sueño por delante: jugar el Mundial de su categoría, el próximo año en Nueva Zelanda.